Paul McCartney: el chico eterno en Londres

Tiene 76 años

Mientras John, George y Ringo escaparon de la capital británica apenas pudieron comprando casas en las afueras para rehuir de la beatlemanía, Paul se quedó en los barrios de moda entre galerías, librerías y desfiles bajo la influencia de su novia, la actriz Jane Asher, cuyo origen acomodado y conexiones abrieron un mundo para el provinciano de Liverpool.

Por lo mismo la leyenda de Lennon inquieto y vanguardista siempre le hierve; era él quien estaba al día en el cuarteto y transmitía las novedades al resto.

La corte de celebridades que asistió a fines de julio a un adelanto de este álbum presentado en vivo en los estudios Abbey Road, incluyó a Stormzy, la última sensación del hip hop inglés, Kylie Minogue, Johnny Depp y Orlando Bloom, listado que funde tradición y modernidad como reflejo del ADN artístico de McCartney conjugado en la élite del swinging London.

Para Egypt station reclutó a Greg Kurstin (Adele, Sia, Foo Fighters), uno de los productores del momento, en un disco de 16 cortes con más canciones de las necesarias, sin que esa condición merme su calidad.

A los 76 años McCartney bucea y rescata etapas clásicas como sucede en la partida con “I don’t know”, una canción 100% sostenida en su concepción del soft rock de autor sentado al piano en plan confesional con la voz en frecuencia crepuscular, el bajo sinuoso característico y un medio tiempo de batería con toms apañados como los de Ringo a fines de los 60.

“Come on to me” propone más vértigo: el bombo marca fuerte y la voz contiene ecos del glam británico envuelta en arreglos de bronces.

“Happy with you” clasifica en material sobrante, hemos escuchado mejores piezas según el molde de “Blackbird”. En “Who cares” tampoco hay combustión suficiente a pesar del feedback de guitarra de la intro diluido en un medio tiempo.

“Fuh you”, coescrita con el líder de OneRepublic y Midas del pop Ryan Tedder, es uno de los puntos altos de Egypt station, ensamblada como un R&B reverberante con detalles electrónicos y violines fundidos en un coro pegajoso. Más tarde “People want peace” encarna un llamado donde el bajo es una delicia que sostiene un himno ambicioso y bien hecho.

Luego “Hand in hand” registra las marcas del tiempo, dejando entrever la voz de un septuagenario, sensación contrapuesta a la energía de su canto en la canción previa y un retrato de su versatilidad.

El último cuarto del álbum contrarresta los títulos anodinos y remata al alza a contar de “Do it now” y su brillo mortecino entre melancolía, coros tipo Abbey Road y el sonido evocativo de un clavecín mientras el músico reflexiona sobre las decisiones tomadas en su vida. “Caesar rock” se monta por capas alternando pulsos, guitarras acústicas, la voz golpeada y declamativa, solos y puentes psicodélicos.

Le sigue “Despite repeated warnings”, que en seis minutos y 57 segundos transita entre la balada épica al piano, quiebre al rock directo, otro giro con vientos, más cambios de velocidad, riffs, remansos y una escapada que se las ingenia para volver al comienzo.

“Hunt You Down / Naked / C-Link”, que también supera los seis minutos, sigue la veta de rock progresivo acotado: riff a la garganta, tempo bailable, la sazón de bronces, la voz algo saturada para darle espesor, la curva que aminora la velocidad para conducirnos a las pulsaciones de un blues.

Así, un par de sinfonías impecables despiden este nuevo trabajo del maestro que aún busca inspiración como si fuera un veinteañero eterno e inquieto en las calles de Londres.

(La Tercera)